En poco se parecen a octubre estas mañanas, mas son mañanas frágiles y saben a corteza de humo campesino, a convicción rural, a incertidumbre en rama y de esta voz de liquen han caído estas hifas sin valor ni sustancia.

-Aurelio González Ovies-

viernes, 23 de julio de 2010

Viodo


Siempre creí que el viento nacía en Viodo. Pensé que el mundo en Viodo terminaba. Viodo era para mí el paraíso. Allí conocí el fuego y probé el agua. A Viodo yo le debo el pan caliente. En Viodo yo lo tuve todo un día. Viodo estaba tan lejos como un año. El nombre de los seres que no olvido. Los nombres que devora la distancia. Ca Telvina Carola y ca Rogelia. En Viodo apenas hoy me queda nada.

El cementerio donde mi madre duerme. La casería de los antepasados. El altavoz ronco del colchonero. Mi infancia de la mano de Remedios. La esbeltez del depósito, la escuela. El Castañeo, La Huelga y El Pozón. El llanto demencial de María Pacha. El yunque tempranero de la vida. El «Atrevido» atado bajo el hórreo. Las ristras de maíz como hambre fresca. El andaluz con aliento de vino. Las rosas de cien hojas de la huerta. El vaho protector que había en la cuadra.

La tierra que está encima de mi madre. El Estrián, agosto, tierra seca. La «gradia» y el surgir sin fin de las patatas. La claridad camino a Lavandera. El olor de la cal y los orígenes. La acritud del cucho en la antojana. Los altos eucaliptos vigilantes. El hule y la masera adormecidos. Las potas borbollando a fuego lento. El molino y la acequia en casa de África. El Humedal, la fuente, los narcisos. El sendero que sube hasta Bañugues. Atajos que bordean la mañana. La vía y los vagones de la mina. La estatura campesina del mundo. Los bálagos que visten el paisaje. El eco de la «línea» en Entrerríos. Secunda con su burro y las albardas.

El nicho en el que mi madre espera. El humo de la leche que se ha ido. Una mujer de luto con calderos. Una fuente donde lavan y cantan. La habitación cerrada por la ausencia. El rosario susurrado en penumbra. Los viveros tapados con un plástico. La chispa y la alegría de Clarina. El vaso con el perejil reciente. Los tiestos con crisantemos y dalias. El costurero, el huevo de madera. La lata de las cartas y postales. El cofre que guarda unas escrituras. El barreño de cinc, la palangana. Remedios que huele a limpio y a buena.

El eterno descanso de Luz Ovies. La higuera en el camino a casa Amparo. El campo de la iglesia, las campanas. El Bar Central, Ladino y Manolita. Aquel cuadro de «La última cena». La agilidad nerviosa de Marcela. Los estorninos y el ballico de Guerble. El día de la fiesta, las lanchitas. La procesión, la fe en «San Bartuelo». El aceite guardado por si acaso. El perfume a manzana en la panera. El musgo en las juntas de las ventanas. Los primeros tractores que llegaron. Los zapatos que Luis pone en entierros. El traje oscuro, la camisa blanca.

La lápida de Nieves y mi madre. Las vigas donde el tiempo se ahorca a diario. El «forno» donde el humo permanece. El cristal roto con la cinta aislante. La rama del laurel para el cocido. El azafrán y la canela en rama. Las golondrinas crías, su pico abierto. La cortina que había en la carbonera. El armario empotrado inalcanzable. El que cobra lo de las funerarias. El plumier de Adelina para Reyes. El reloj de la comunión. La esfera. La cinta atrapamoscas en el techo. La persona que varea la lana. El gancho con el trozo de tocino. Nori que borda para Albandi sábanas.

El cuerpo de mi madre tras el mármol. La muerte de Pacita, ¡qué lejana! El gesto y la bonanza de Zulima. María Estébana regando ropa al verde. La hoguera en la que queman trapos viejos. Unas astillas dentro de la hornilla. Los piñones que soltaban las piñas. Aquello de «Dios bendiga esta casa». La taza grande para el chocolate. La luz feliz que nunca más he visto. El «rinchar» del carro en la madrugada. La boda, el mismo día, de José y de Pilina. La luz sobre el silencio apolillada.

¡Viodo, qué cerca y qué apartado de mi vida. Cuántos sueños cruzando casa Flora. Cuántas noches bajo a los Abanales. Y cuántas Manolo me corta el pelo! Viodo. Ca Llarriba, Llabaxo y ca Santana? (La Nueva España, 5 de noviembre 2008)

lunes, 19 de julio de 2010

Incertidumbres


¿Quién será el que, un día y otro día, maniobra los péndulos de esta realidad? ¿Quién subirá a poner el mundo en hora, mañana tras mañana, antes de que la luz oriente sus espejos hacia el Norte? ¿Quién estará detrás del clima, apuntalando sus rutas y su cansancio? ¿Quién con gigantescos arpones, a la captura de infortunios y plagas? ¿Será cierto el universo, serán verdad las fases de la naturaleza, las desdichas del hombre?

¿Alguna vez, posiblemente pronto, nos dirán que la noche no es la noche, que no habrá sol en unos lustros porque está en obras en los laboratorios; que la Luna es injertada? ¿Alguna vez, sin apenas tardar, descubriremos la sequedad del agua, el mecanismo del verano, la química de los atardeceres, el fundamento de la sangre? ¿Quién suministra el carburo a las estrellas; quién propone sus lejanos destellos; quién las pule y las apaga?

¿Cómo será el viento en su interior, de qué estará hecho el frío, de qué las circunstancias y los fracasos? ¿Cuánta pureza verterá la nieve en cada uno de sus descendimientos? ¿Cuánto sabrá la sombra de nosotros; qué sabemos nosotros de su silencio y sus frescas estancias? ¿La belleza, cuánto mide, dónde se oculta en tantas ocasiones, por qué se posa y permanece breve sobre tu cuerpo, en este instante, en estos campos y en esta rama? ¿De quién es el amor; quién nos lo arrienda eventualmente; quién lo echa a volar con anillos secretos; quién lo tiñe de púrpura y le inculca palabras?

¿Mira alguien lo que vemos; nos vemos como nos miran? ¿Si yo atisbo claridad y deseo el límite azul del horizonte, por qué tú presupones despedida y distancia? ¿Quién nos enfoca la contemplación; quién nos gradúa el alcance y las definiciones? ¿Y el pensamiento, podrá ser desahuciado en unos años; nos entrarán en él con dragas y linternas? ¿Cuántas toneladas de nombres y presencias acepta la memoria? ¿Por qué no se repiten los seres ni los árboles ni la temperatura ni las aves?

Si somos únicos, ¿por qué tan inconsistentes y tan infranqueables? ¿Por qué tan impasibles y tan brutales? ¿Quién asegura que no seamos lo mismo en otra carne, lo mismo en una sensación muy diferente? ¿Quién me corrobora que no hay regreso, que no poseo más opciones que llegar al final del camino y hundirme en lo que promulgan eterno?
(La Nueva España, 10 de febrero de 2010)

miércoles, 14 de julio de 2010

Llabradora


Tolos díes son iguales. Llévantase y enxagua los güeyos y la cara. Toma un sorbu café. Saca les pites, pon la pota a ferver, sacude les alfombres y barre l'antoxana.
Tolos díes igual.
Engulle unos bocaos porque hai que resistir.
Va mirar los viveros, el morgazu;
arranca cuatro berces, quita la ropa seco. Siéntase a repasala.
Tolos díes lo mesmo. Escurez,
bate un güevu. La tortiya francesa,
el parte. La soledá y el calavichu de la
contraventana.
Tolos díes. Unu a unu.
Una manera más
d'entrampiar la esperanza.

martes, 13 de julio de 2010

Tan intensa como entonces


Aquelles pastes por si había visita. Los bolis qu'escribíen de tres colores. Los llibros forraos con papel d'estraza. El circu aquella nueche na Placina. Les canciones coles que namorámosnos. Los gladiolos ataos con una cuerda. La gaseosa de los díes festivos. El motor d'una sierra pelos montes. Les nuestres ansies de cumplir dieciocho. La vida trescurriendo como un soplu. Les nases y el fedor de la carnada. Les meriendes nel prau, cuando la yerba. Los guateques de los setenta y tantos. El rayu sol qu'entraba al mio cuartu. La caxa de cerilles colos grillos. L'empalagosa sede la mistela. Los brotos nuevos de los cuerpos neños. Aquel versu de Bécquer na carpeta. El besu tan inxenuu que nos dimos. Aquel cine d'Aute y Casablanca.
Yeren adolescentes y brillaben

como brillabes tu

aquel día de xunu en que te vi pasar

y bien pensé

que taba sobre ti'l mundu cerníu,

la lluz toa posada na to carne.
La vida que pasaba tan despacio. La edá qu'esfumáse ensin dame cuenta. La vida, tan estraña y tan torcía. La vida, tan poca casa, a veces, tan intensa como entonces.

La mio hermana amasando marañueles


La mio hermana amasando marañueles. El llápiz afiláu con un cuchiellu. Les gafes de buciar y les aletes. La muda plegada nuna butaca. L'escapulariu que trayía al pescuezu. Aquelles llibretes de fueyes crespes. La fariña con agua pa pegar. El yo-yo que salía de premiu en Fanta. Los sifones coles boles d'anís. Mio padre ferrándonos les madreñes. El gustu a mortadela na merienda. Los xitanos qu'aparcaben en Guerble. El calor de la cuadra nos iviernos. Les patates asades nos borrones. Aquel colchón de llana en que fondiabes. La mesma trenca de tolos noviembres. Les zapatiyes furaes per delantre. La temporada les freses con nata.
La so casa golía a eses roses que queden

resistiéndose al tiempu na canciella

una güerta.

domingo, 11 de julio de 2010

La mirada serena de los branos


La mirada serena de los branos. El golor les patates con cebolla. La paz hacia les siete de la tarde. L'hule de la masera yá bichada. La inmensa claridá les vacaciones. Los veleros que facía de periódicu. Les toperes na superficie mayu. La escursión a cuatro metros de casa. Una onza chocolate con pan tierno. Les cales que florecíen la ñora. El cuervu que robábamos les pinces. Les roses qu'esguilaben la milana. Los primeros tractores que llegaron. Les vares y balaos au m'escondía. La voz les pescaderes coles xardes. Los bólidos que yo coleicionaba. El canariu que duró venti años. La BH con timbre y con portabultos. Los cropanes con cromos d'animales. La realidá imposible de tenete. El furacu del contador del agua.
Qué sé yo lo que diera

por volver a tocate,

por sentite llamame,

oyíte respirar.

Qué sé yo lo que diera

por mirar pa les ñubes,

y anque namás que fuera

zarrar y abrir los güeyos,

-fogonazu de suañu-

poder vete pasar.

jueves, 8 de julio de 2010

Aquel reló de cuco na escalera


Aquel reló de cuco na escalera. Los retratos tan solos de la sala. Mio padre desarmando los motores. Los domingos perllargos y sombríos. La caxa na que taben les estampes. La guerra que me contiaba mi güelu. L'home del sacu que nos secuestraba. La escuela fría col fantasma Francu. L'afilador mui ceo de mañana. Les mariposes que se nos colaben. El molín de café muertu de pena. El coneyu matáu puestu al sereno. Aquel barreñu cinc au me bañaba. El fumu de la pota arroz con lleche. El dulzor del azúcar requemao. La bombiella col trapu coloráu. El sarampión picándome nos papos. Aquel entoncies too, que quedó en nada.

La mano de mio madre


La mano de mio madre na mio frente. La fiebre que fervía per febreru. El vientu que roncaba ente los cables. La lluvia qu'entraba peles ventanes. La nueche caleciendo na mio cama. La estrella na que yo ponía los suaños. La mar detrás de casa mui revuelta. El ruíu de los ratones pel desván. La vela cola cera na botella. La sombra de la vida proyectada. Los truenos que dexábennos a escures. El mieu que metíenme col infiernu. La pera de la lluz nel cabeceru. L'alcohol de romeru frotao nel pechu. Les sábanes moyaes pela humedá. El crucifixu que m'atemorizaba. Y a too-y debo'l ser lo que toi siendo:
Nun quixi namás que

ser

brevemente

feliz,

persona

brevemente.

Mui

breve-

mente

yo.