En poco se parecen a octubre estas mañanas, mas son mañanas frágiles y saben a corteza de humo campesino, a convicción rural, a incertidumbre en rama y de esta voz de liquen han caído estas hifas sin valor ni sustancia.

-Aurelio González Ovies-

sábado, 27 de marzo de 2010

Piel intensa


  Las altas ventanas de la medianoche. El cuerpo desnudo tras unos visillos. La muchacha lánguida que acaricia ánforas. El adolescente que se baña en oro. El silencio hermoso de tu carne suave. Los labios que imanan la boca ansiosa. El gemido joven detrás de los álamos. La prenda olvidada sobre el césped cómplice. Dos lenguas de húmedo fuego prohibido. La mano que roza el pétalo intacto.

   La naturaleza que descubro en ti. Los hondos paisajes con vistas al alma. La fiebre de todos nuestros afluentes. El brebaje dulce de la piel intensa. Los blandos susurros que emiten tus surcos. La melancolía del abatimiento. La senda que sube por tus pies arriba. La ingrávida sombra de la noche entera. El rayo de luz que se posa en ti. Tus visos de hespéride recién encendida.

   Las gotas de lluvia que trazan tus dedos. Las rutas fantásticas que ves en mi espalda. Lo que yo imagino que tú conjeturas. La vela que enciendes antes del amor. El olor a fruta de todos tus tramos. El mundo y la vida tan lejos y al margen. La respiración haciendo de sábana. El lento trayecto hacia la pasión. Los vertiginosos instantes. La calma.
(Hesperya, primavera de 2008).